En las tierras de Ortigueira hay una fuerte tradición agraria cooperativa durante su historia más reciente. Un ejemplo era a Cooperativa a Devesana o la Cooperativa Agrortegal, unas entidades de acción colectiva que nacieron de la fuerza y el convencimiento de los vecinos y vecinas locales en la agricultura y en la ganadería pegadas a la tierra como la principal actividad económica para mejorar su calidad de vida. Seguros comunitarios para hacer frente a las pérdidas de animales, primeros trasplantes de embriones de frisón en España, estabulación libre y robotizada fueron algunos de los adelantes que llegaron a estas tierras batidas por el mar bravo. Tiempos de gran producción y mejores genéticas en unas explotaciones que fueron a menos. Y eso sucede por los cambios políticos con las cuotas lácteas que no les dejaban producir, y con la persistente asimetría que tienen las ganaderías en el mercado mundial: le imponen tanto los precios de compra de los insumos como los precios de venta de la leche. Y claro, así fue difícil aguantar. Las explotaciones que sobrevivieron fueron, sobre todo, aquellas que sustentaron su margen económico en la producción de forraje propio y en el pastoreo. Y esta estrategia depende de la base territorial: parcelas pequeñas que no se pueden pastorear cuando el rebaño es grande o no se pueden mecanizar, inviabilizan las explotaciones.
Y eso es lo que está pasando con el parque eólico Barqueiro que Enel quiere desarrollar en estas tierras. La empresa mandó un intermediario a las tierras de Ortigueira y le hizo una oferta de dinero y superficie afectada a las personas propietarias. Como resultado, se encuentran casos de explotaciones ganaderas, algunas ecológicas, que se enfrentan a una situación que viene a agravar su delicado equilibrio social y económico. Es decir, las condiciones que ofrece la empresa supondrían un empeoramiento de las condiciones económicas de las explotaciones agrarias y ganaderas, no una mejora. Es el caso de la Granxa Vidueira, en Ermo, Ortigueira. Se trata de una explotación en ecológico que maneja 80 cabezas en 70 hectáreas para producir carne y leche. Está transitando para convertirse únicamente en producción de carne ecológica de vacuno. Y lo hace mediante prácticas que se sustentan en el pastoreo y en la producción de forraje en sus propias tierras. Visitamos a Andrés Saavedra García, un joven que cogió la titularidad de la explotación familiar, siguiendo la tradición de varias generaciones. Sus palabras muestran una profunda preocupación. Por una parte, no observan un recambio generacional que permita vislumbrar un futuro para Ermo o para Caxigueira, u otras aldeas de las tierras del Ortegal. En segundo lugar, sienten una ameza reciente: el parque eólico Barqueiro.
La empresa le ofrece a Granxa Vidueira un pago anual de 5.367,60 euros para una afección estimada de 15.060 m2. El titular de la explotación afirma y defiende que la afección real es un 64,2% superior, alcanzando los 24.743 m2. Esta mayor afección es calculada a partir de las superficie que queda inviabilizada para realizar una explotación racional de los recursos al ser divididas en partes pequeñas por las pistas que diseña la empresa para acceder a los aerogeneradores. Esta práctica no es exclusiva de Ermo, en los lugares de Pereiro y Veiga de la parroquia de Frailes sucede el mismo: inutilizan fincas enteras al dividir los pasteros. Andrés hace unos números muy simples que ejemplifican esta situación. Son los siguientes.
Las tierras ocupadas por los parques eólicas y aquellos que pierden su capacidad productiva por quedar subdivididas en piezas más pequeñas sufren dos tipos de pérdidas: la producción que ya no se puede obtener y el pago de la PAC que ya no se va a recibir. En los cálculos de la empresa ninguna de esa merma de renta es considerada. En el año 2023, la hectárea de pastero que recibía pagos directos de la PAC alcanzaba la cantidad de 1.161,77 euros por hectárea. La empresa no considera ni la pérdida de los pagos de la PAC pero, lógicamente, Andrés sí echa correctamente las cuentas.
Tomando en cuenta solo la afección de la empresa, el pago anual propuesto por la promotora se situaría en 0.36 euros/m2. Si consideramos la renta que se deja de cobrar por la PAC el precio por metro cuadrado se colocaría en 0,24 euros/m2, casi un 33% menos. Cuando Andrés Saavedra hace los cálculos con la afección real e introduce lo que dejaría de cobrar por la PAC, la cuantía por metro cuadrado baja hasta los 0,10 euros, casi un 72% menos. Si tuviéramos en cuenta las pérdidas de producción, la cuantía que ofrece la empresa no compensaría lo que se dejaría de ganar. Un negocio ruinoso para las explotaciones ganaderas.
Estos números son muy claros: la empresa producirá muchos millares de MWh y muchos más millones de euros pero los labradores locales van a perder tierras y rentas. Los gobiernos con responsabilidades en el tema, el gallego y el español, no deberían permitir vestir un santo (la producción de electricidad descarbonizada) para desnudar otro (la vida agraria en las localidades rurales). Si no toman cuenta de esta injusta situación y se corrigen estas injusticias, conseguirán vaciar al rural de personas.
Andrés y sus padres, presentes también en el encuentro con el Observatorio, ya no saben qué hacer. Antonio, su padre, cree en la ganadería con base territorial, defiende la vida en las aldeas y adora el trabajo campesino como una vida digna, pero la indefensión que sienten va creciendo conforme pasan las semanas. Y no solo por los efectos sobre su explotación ganadera ecológica. También por otras razones de peso relacionadas con el parque eólico. “Que va a pasar con nuestra agua?”, se pregunta Antonio. Situado a menos de 100 metros de la base de un aerogenerador, el manantial cuenta con las autorizaciones de la Xunta pero está asentado sobre pura roca. “Si van a poner allí un aerogenerador, van a tener que usar mucha dinamita. ¿Y se quedamos sin agua?”, exclama Antonio. Cuando se realizaron las alegaciones, a pesar de haberlas realizado en relación a este problema, las autoridades no consideraron efectos significativos sobre este bien tan importante para toda la comunidad. En Penoseira, una aldea vecina, hay casas a menos de 500 metros de los aerogeneradores. En Caxigueira, donde se encuentra la explotación modelo de Manuel Penabaz, el destrozo territorial también es importante, comenta Andrés.
Por otra parte, los padres de Andrés y Suso Permui, de la Plataforma Ortegal Di Non, afirman que de los planos iniciales que se hicieron públicos y del que usa ahora la empresa se desprenden afecciones diferentes. “No pudimos alegar a estas propuestas finales”, se quejaba el miembro de la Plataforma.
La madre de Andrés, Adelaida, por todos conocida como Maruxa, afirma “parece que todo es de ellos, nos sentimos muy desprotegidos”, y añade, “nuestros padres y abuelas lucharon por esta tierra, por la ganadería, por nuestro futuro…ahora solo somos dueños de estas tierras para pagar la contribución. Es muy injusto”.
Andrés hace una última reflexión que queremos mencionar. Nos dice, “este parque eólico tuvo una autorización previa pero la empresa presentó una modificación sustancial del parque solicitando una nueva autorización. A pesar de ser presentada después del “parón eólico” decretado por la Xunta no se le aplicó la noticia normativa en relación a la distancia a las casas. ¿Como es posible?”
Esta familia, como muchas otras de nuestro rural, tienen la mente abierta y son conscientes de los problemas ambientales que padecemos en nuestro planeta y en nuestra tierra. Son los primeros en defender la naturaleza, en cuidarla y protegerla. Pero también aman su aldea y su forma de vida, y no quieren verla peligrar aún más. La actuación de Enel, con el apoyo de los gobiernos gallego y español, está amenazando su forma de vida, su sustento. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar, o que cambios tendrán que suceder, para que el mundo rural deje de ser el patio trasero de señoritos y de empresas extranjeras y sea dueño de su destino?